quinta-feira, julho 31, 2003

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Critics Say Guatemalan Ex-Dictator Is Mob Manipulator

By DAVID GONZALEZ
THE NEW YORK TIMES


GUATEMALA CITY, July 29 — In a country where the masses of rural poor survive on barely enough food, work or hope, the spectacle of peasant mobs rampaging through exclusive neighborhoods last Thursday should have come as no surprise. But what many people found unsettling — if not altogether unexpected — was that the mobs were well organized and rallying in support of Efraín Ríos Montt, a former general and dictator whose iron-fisted rule devastated many of their communities in the early 1980's and who is now seeking the presidency. (all text)

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EEUU:
Recompensa a informante que delató a hijos de Saddam

Por BARRY SCHWEID

WASHINGTON (AP) El gobierno de Estados Unidos anunció el jueves que pagará 30 millones de dólares como recompensa al iraquí que delató a los hijos de Saddam Hussein, quienes murieron en un enfrentamiento con soldados estadounidenses.

El secretario de Estado Colin Powell decidió que el informante iraquí merece 15 millones de dólares por cada uno de los hijos de Saddam, Odai y Qusai, para un total de 30
millones.

Es la recompensa más alta jamás pagada en el programa de recompensas de Estados Unidos.

Los hermanos murieron cuando tropas estadounidenses dispararon con misiles TOW contra una mansión en que se habían escondido en la ciudad de Mosul, al norte de Irak.

El gobierno de Estados Unidos tiene como norma no identificar públicamente a informantes. Sin embargo, vecinos del jeque Nawaf al-Zaydan Muhhamad, un iraquí que tenía vínculos con Saddam Hussein, lo han acusado de delatar a sus hijos, Odai y Qusai, que se habían escondido en su mansión.

Los vecinos dijeron que empezaron a tener sospechas del jeque cuando su esposa y sus cuatro hijas abandonaron el hogar en la mañana del día en que se registró el enfrentamiento, y no retornaron.

Tres horas después que las mujeres se fueron de la mansión, tropas estadounidenses llegaron a la puerta y exigieron a todos los que se hallaban en su interior que salieran a la calle.

Vecinos dijeron que Muhhamad y su único hijo, Shalan, salieron de la vivienda con las manos en alto. Soldados estadounidenses se los llevaron.

Poco después, se inició un tiroteo que se prolongó varias horas. Además de Odai y Qusay, murieron otros dos iraquíes, entre ellos, Mustafá, el hijo adolescente de Qusai.

El vocero del Departamento de Estado Richard Boucher dijo que el próximo objetivo del gobierno estadounidense es capturar a Saddam, por el cual se ha ofrecido una recompensa de 25 millones de dólares.
AP-ES-07-31-03 1429EDT

quarta-feira, julho 30, 2003

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BC-CAR-GEN CUBA-CAMION-BALSA

Los cubanos del camión flotante insisten en ir a EEUU

LA HABANA (AP) Los cubanos que convirtieron un camión remolque Chevy 1951 en una embarcación y lo llevaron hasta a 65 kilómetros de la Florida la semana pasada volvieron a insistir en su intento pero por tierra.

El grupo consiguió otro camión y lo condujo hasta la sección de intereses de Estados Unidos el miércoles para hacer un nuevo intento, esta vez legal, por ir al país del norte.

îîVeamos si Dios lo quiere así'', dijo Ariel Diego Marcel cuando junto con once familiares, amigos y vecinos que hicieron el intento anterior se apostaron frente a la misión estadounidense.

Después de llegar a la misión en otro antiguo Chevy, el grupo entregó los formularios de inmigración que los estadounidenses les habían dado en alta mar la semana pasada.

Los funcionarios estadounidenses dijeron que responderán en el término de dos meses.

La semana pasada, el grupo fue repatriado a Cuba después que un avión del servicio de aduanas divisó la presencia inusual de un camión flotando en los estrechos de la Florida.

El camión fue mantenido a flote con tambores vacíos de 210 litros adosados a su base. Un motor conectado al volante lo impulsaba a unos 13 kilómetros por hora.

Los nueve hombres, dos mujeres y un niño pequeño estuvieron en el mar durante 31 horas hasta que fueron divisados. El camión flotante fue hundido por ser considerado un riesgo para la navegación.

Según las políticas inmigratorias estadounidenses, los cubanos que llegan a las costas de Estados Unidos son autorizados a quedarse, mientras que los que son apresados en el mar son repatriados por lo general.

Pese a que se ha hallado gente en balsas o embarcaciones improvisadas con refrigeradores, bañeras, tablas hawaianas y neumáticos, los funcionarios de la Guardia Costera dijeron que nunca habían visto un camión flotante hasta ahora.
AP-ES-07-30-03 1533EDT

terça-feira, julho 29, 2003

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El amigo Bernardo Marqués Ravelo me ha enviado esta crónica que le hicieron llegar desde La Habana. Es una delicia.


Desde el Malecón...

EL CAMION NAVEGA Y LAS VACAS VIENEN

AURELIO PEDROSO
La Habana

Ni Gabriel García Márquez, ni Federico Fellini. Ha sido un anónimo, avispado y desesperado mecánico el de la idea. El tipo se ha tomado un viejo camión Chevrolet del 1951 y se ha largado hacia el "paraíso" de Miami con algo más de 10 personas encima de su engendro anfibio. A una velocidad de unas ocho millas naúticas por hora, el chófer devenido patrón, se ha visto frustrado en su intento cuando por encima del limpiaparabrisas de la cabina/puente de mando, se le ha acercado el guardacostas gringo al faltarle unas 40 millas de travesía.

¿El final? Pues todos devueltos a la isla y esa obra de la ingeniería popular hundida en la mar por ser considerada un peligro para la navegación.

El personaje debió haberse atado al timón y sepultarse bajo las aguas junto a su Frankestein. Pero ya esos tiempos pasaron y ahora son los capitanes los primeros en pensar cómo abandonar el buque.

¿Cuándo será el punto final de esta historia que ya ha cobrado ni se sabe cuántos muertos? ¿Cuando EEUU elimine la llamada Ley de Ajuste Cubano que da por bien recibido a todo cubano que ponga un pie en territorio de ese país? ¿Cuando en Cuba cesen los avatares económicos y ya sean menos los que piensen que debajo de un hielo en Alaska o en el desierto australiano se vive mejor? ¿Hasta cuándo?

La foto tomada por el servicio de guardacostas gringo de ese artefacto desafiando benignas olas y sus pasajeros encima del camión, cual si se tratase de un paseo por la campiña cubana, provoca un extraño cóctel de risa, estupor, lástima y vergüenza.

En más de cuatro décadas hemos visto auténticas locuras por intentar abandonar la isla. Desde suicidas en trenes de aterrizaje, otro que preparó su auto y sí llegó a costas de La Florida, hasta uno que embadurnó de petróleo antitiburones al caballo para "cabalgar" hacia Miami.

¿Por qué las autoridades estadounidenses no conceden más visas si es que ello está estipulado en los acuerdos migratorios? ¿Por qué la economía cubana no se toma nuevos aires y un simple vendedor de helados caseros deja de ser un "peligro" para la sociedad?

Viene la guerra si George W. Bush es reelecto presidente. Eso dicen algunos dirigentes sindicales. Y escribo, por segunda y última vez, pues será que el señor presidente nos quiere a todos bien gorditos y alimentados porque, como nunca antes, la comida estadunidense está presente en los establecimientos de venta en divisas y en algunos renglones en moneda nacional por la cartilla de racionamiento.

Precisamente, he perdido un tanto el "hilo" del tema porque mi madre, a gritos, me acaba de alertar que un moreno en la calle pregona oficialmente "¡huevos baratos!". Nada menos que provenientes de Estados Unidos de Norteamérica. A dos pesos cubanos cada uno. Como el dólar lo tenemos a uno por 26 pesos, cada huevito a unos cuatro centavos de dólar.

Y en breve, presenciaremos entrando por el puerto de la Habana una suerte de Arca de Noé. Tal vez la Noe Smith & Wesson con el siguiente cargamento: 69 vacas (están preñadas) de la raza Hersey, 54 Holstein, tres toros, 12 bisontes y una novilla de raza Shorthorn. Los animalitos vendrán definitivamente a nacionalizarse como cubanos en un buque de la naviera Crowley, quien además carga también comida.

En fin, que vaya semana esta con lo del camión navegante y estas vaquitas que parirán en Cuba, con gente pensando en largarse a como dé lugar y otros tantos que idean apagar el Morro de La Habana, frente a los que apostamos porque debe permanecer siempre encendido porque es, sencillamente, nuestro.

(C) Aurelio Pedroso.

segunda-feira, julho 28, 2003

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La columna de Ramón

CARTA A DOMINGO DEL MONTE

RAMóN FERNáNDEZ LARREA
Barcelona

Esbéltido y cerebrístico mecenas Domingo del Monte Aponte:

Tras mucho cavilar capilar —casi de modo cebáceo, con champú y loción— meditar, hurgar, imbuir, escarbar, agujerear e investigar, deseché la peregrina idea de haber conocido a un descendiente suyo en la televisión cubana del siglo XX. Decididamente Pelusín del Monte no tenía nada que ver con usted. Al terminar ese engurruñamiento de mondongo, a piñón

fijo, donde las células grises "se agolpan unas a otras y por eso no se matan", me hice el firme propósito de no abusar demasiado de tales ejercicios, que suben abruptamente el cebresterol, y que han dejado a más de uno con la boca sacando la mano por la ventanilla para doblar a la izquierda y ciertos músculos en amarga impostura. Evito el terepe y canto, con júbilo de jubo, ese himno que inunda las sociedades modernas y que es reafirmación del gran animal interior: "Yo no cavilo más, cosa buena, yo no cavilo más". Más calmado ahora, tras vomitar leve y elegantemente por la lectura de un engendro que diz poesía de un espía preso, que en leyendo el peoma sospecho que su condena ha sido literaria y literal, me siento con fuerzas armadas para zumbarle todas mis modestas y enhiestas opiniones. Pues le decía, antes de caer abruptamente en el exabrupto de noble brupto, que ya andaba más tranquilo, y que en esa tranca quieta, controlando las palpitaciones que me recorrían en furioso tropel, me tropel con su figura omnisciente y le confieso que se me armó tamaño tropelaje (Me preocupa la palabreja "omnisciente", ¿no será uno de esos locos que sienten los omnis, los platillos voladores repletos de martianos y que han sido abducidos?). Bach, mejor sigo.

Como vivo en neblinoso venablo (el venablo no es aquel mamífero veloz, sino el palo afilado que lo atraviesa cuando se le atrabanca el cigüeñal), y en mi ardiente paranoia creo ver declinaciones que dejarían tieso a Sherlock Holmes, ya decanto —y también de frente, por qué no— que el espléndido grito tribal del Benny Moré, en que se maracaibeaba con maracas, alentando generosamente a Generoso el Tojo, y a quien quisiera, a bailar y a gozar con la consigna "mi son, Maracaibo, pa' que tú lo bailes", tampoco era alusión a usted, que siendo ya del monte había nacido en aquella tierra petrolera y bolivariana, allá en 1804, un año lindo y redondo para estar lejos de Europa, y si se podía, también de América Continental. No sé qué pensaron sus padres, aquel otro señor del Monte y su mamá Aponte para las cosas, que le dejaron una raya rauda a la hermosa Venezuela de sus zapatos, y aparecieron, isleños e islamios en la Isla seis años más tarde, con usted a bordo del borde, en 1810, por si a alguno no le han enseñado a sumar en las operaciones Robinsones.

Si nos atenemos —palabra escultural que nada tiene que ver con ateneo, que suena a nombre de guajiro, y muchas veces lo es— a la educación de ese siglo XIX, que casi inauguró usted arrullado por el llanero sonido de las arepas y el crujiente aroma de las arpas, trocado todo más tarde por la música celestial del tasajo y el fiero olor de la rumba de cajón, todo transcurría entonces a velocidad de agente en Harley-Davison. Lo veo arribando a puerto en el diez, y ya en el dieciséis —sin cogerse un diez— andaba por los pasillos del seminario San Carlos, para estar en la Universidad ya en el diecinueve. Dicen los datos que allí conoció a Pepe Mari, nuestro Heredia desherediado, con el que comenzó a cultivar una gran amistad. Pero me da el pálpito que fue con mal abono, porque, según testículos oculares y menos ósculos, se la dejó en la mano un burujón puñado de las más de las veces, y luego, cuando el poeta deambulaba escacharrado y charro, pasando más hambre que una lombriz solitaria en intestino de monje, lo negó una y otra hez, así, subversivamente sucesivo. Apunto, Aponte del Monte, que un muy amigo mío le deja muy mal parado —e incluso sentado— en una obra órbita con la vida del desterrado destarrado. Y cuenta cada cosa...! Como para que el domingo se le ponga montés, hecho un miércoles!

Pronto se hizo abogado bastante aboyado, flotando sin abogarse en las quietas aguas del bufete de Nicolás María de Escobedo, fiel al dicho aquel de que "escobedo nuevo barre bien", y gracias a su ayuda se montó un fastuoso fasten por la parte descubierta del mundo, es decir, lo que a esa altura valía la pena, como Europa y otros países similares y luego a los Estados Juntos, antes de que le cayera la morralla, la emigración, las mafias y el congrí con tamales. No me extraña que, al ver la ayuda económica de sus amigos, se becara a la vuelta en la Sociedad Económica de Amigos del País. El viaje le sirvió para conocer personalidades extranjeras de las letras y la política, lo que le vino de perillas para su obra mayor, que son esas cartas reunidas más tarde por otro domingo con cara de viernes. Usted veía a alguien que le pareciera personalidad y extranjero, y se le partían las patas para arrimarse y pedirle la dirección. Era usted cívico y misívico. No entiendo cómo le dejó la fundación del correo cubano a otro.

Pero antes —lo que me da otro aponte de su personalidad múltiple y contradictoria, como si fuese usted demasiados domingos juntos— se fue pa'l monte verídico y no precisamente a buscar guayabas. Anoto la nota y ojo al dato: en 1823, aún estudiando derecho —y en ocasiones encorvado— ocupó por breve tiempo el cargo de secretario del Juzgado de Guane, en Pinar del Río (¿Había Trespatines en la zona en aquel tiempo? ¿Decía usted aquello de: "El Tremendo Juez de la Tremenda Corte va a celebrar un Tremendo Caaaaaaso"? No lo imagino en ese rol que no es rolls royce). ¿Ve, ya ve, oh Yahvé? Esos desplantes confusos marcarían su vida para toda la ídem. Estaba en un lado y en otro, casi a la misma vez, cuando todavía Edison no había jugado a electrocutar a nadie y la idea de las fotocopiadoras era un sueño lejano, un canon indescifrable. Estaba en misa y en procesión y de ñapa vendía el incienso —como uno que conozco de cerca peerles, y que no es domingo, sino miércoles, de atravesado y cargante—. Porque, para rematar su estancia en los remates de Guane, seguía colaborando con El americano libre, El Revisor Político y Literario y El Observador Habanero, entre las múltiples publicaciones periódicas de aquella época dorada, que, según gente de avanzada edad, eran ligeramente más interesantes que Verde Olivo y Trabajadores.

En su ricu currículu de rucurrucu se dice que regresó a Cuba a mediados de 1829. ¡Regresó! Eso se usaba muchísimo en su siglo. Uno salía, miraba mundo, le entraba a la modernidad, se untaba de ilustración, cargaba las valijas de tarecos en ese deporte universal —pero muy cubanizado— que es la práctica de la vieja paco, y en llenando los morrales de tilla —"cunita de niño y cama de mayores"— se introducía nuevamente en las fronteras patrias, se archipieligaba para que Zequeira volviese a hacer batidos poéticos de cuanta fruta aparecía en la estantería y en el paisaje. A su vuelta —cargado de direcciones de personalidades extranjeras, que le garantizaban como una década de papiros gráficos y correspondencia— fundó, junto a un tal Jesús Villariño uno de los primeros antecedentes de revistas tontuelas estilo Romances, para amas de casa, marujas de toda laya, y cuquitas mecanógrafas: La Moda; o Recreo semanal del bello sexo, que no era, a pesar de ese segundo nombre, una guía completa para que los hombres recorrieran los prostíbulos de la capital, con el sano propósito de ahondar en la sicología femenina y, de paso, conocer el terreno anatómico de Ana. No satisfecho con la publicación, al año siguiente se acercó más a lo que siempre le interesó, y sumergióse de a lleno en el mundo de la creación, que también estaba de moda. Así nació El Puntero Literario, publicada en la sana, académica y muy moral compañía de dos señores muy respetables: Bachiller y Morales.

Quiero, antes de aterrizar encima de aquellas Tertulias por las que ha pasado usted a la historia archipieligal, hacer notar aquí otro detalle notorio de su capacidad de apuntarse a cualquier safari, excursión, movimiento, homenaje, escándalo, grupo de baile o danza moderna, serenata, club, escuadra, guateque, cumbancha, congaquépasomáschévere, juego de tacos o congreso que apareciera en ciudad o campiña. Cito textilmente de desmemoria: "El censo de población realizado en 1827 había aportado el alarmante dato de que el 56% de la población de la Isla era negra o mulata. Todo esto iba enfrentando a ese sector de la burguesía cubana —entre cuyos voceros estaban Domingo del Monte y José Antonio Saco— a los poderosos intereses de los negreros y de los propios gobernantes coloniales...". Como ese sector —¿vector?— había cambiado ligeramente su manera de pensar con respecto a la esclavitud, fundamentalmente porque viajaban, se untaban de mundo mundial y apostaban decididamente por la máquina de vapor, la vieja y rentable onda de importar carabalíes, congos, dahomeyanos y el resto de músicos tribales, ya le caía mal a usted y a otros. Y lo comprendo, cará, y son conclusiones que Saco del Monte, no es lo mismo hacerse un café directamente en el aparato que echa vaporcito y cuela de lo más rápido e higiénico, que mandar a Ña Tomasa a hacer una colada, porque:

- En el camino a la cocina, Ña Tomasa se pone a comer de lo que pica el pollo, chismeando con José Dolores y Ña Cacha.
- Atiende el parto de Doña Concepción Isabel de Albarejo y Villuendas Villaurrutia.
- Manda a Chipojo a cortar leña para preparar el anafe.
- La preña el calesero en un descuido muy grato.
- Echa aguardiente en los rincones, con lo que al agua de la infusión agarra regusto a orisha en la confusión.
- Le cae ceniza de la breva al hervor.
- Atiende una llamada telefónica de Doña Carmen Rojas de Larramendi, que se interesa por la salud de Doña Concepción Isabel después del parto.
- Prepara el tasajo, que le agrega al mejunje un aire equino y su relincho bobo.
- Bota a los perros de la cocina.
- Le echa maíz a los pollos cualquiera parte un yoyo.
- Vuelve a ser fecundada, esta vez por el mayoral.
- Le da la teta al vástago de Doña Concepción Isabel de Albarejo y Villuendas Villaurrutia, que nació criollo, tímido y desnutrido.

Con lo cual el café que pidió, llega como a las dos horas, tibio y le sabe a mierda, a hierba de Guinea y a agua de cepo.

No me sorprende que las cifras del censo de 1827 le hayan puesto los nervios de raíles y los raíles de punta a su gente. El guaguancó venía que cepillaba bajito, y Cuba pintaba para postal jamaicana. Será por eso que usted piróse un tiempo, para ver si la cosa se aclaraba.

Cuando le cerraron el timbiriche cultural que inventó, con el nombre de Academia Cubana de Literatura, se hizo cuentapropista, y arremetió con renovada energía para aquella especie de ONG en su gabinete que fueron las famosísimas Tertulias, donde, como amo, señor, anfitrión, administrador y gerente del negocio, y según dice un libraco de ocho libras que acaba de herniar mi sensibilidad: "Como es conocido, todavía en la década del treinta predominaba el normativismo neoclásico de un Domingo del Monte, el cual coadyuvó a atenuar la expresión romántica". Así estuvo usted coadyuvando y atenuando delirios románticos desde 1834, y en el ínterin alentaba y alimentaba el espíritu y el estómago de gente escribidora, de esos tan sospechosos. En sus salones tertulianos, bajo su experta batuta de maestro de cereboinas, descubrió y presentó talentos nacionales como José Jacinto Milanés, que era feo como carajo, pero escribía muy bien cuando pasaba días sin mirarse al espejo; también a Cirilo Villaverde, nuestro Cirilo —inventor de la mulata de exportación—, Ramón de Palma y aquel plácido poeta —levemente cabezón— llamado Gabriel de la Concepción Valdés y Domínguez, familiarmente llamado —para abreviar la descarga— Plácido, por lúcido y métrico de la familia. Y hasta rescató del barracón, lustró y se encargó de larga manumisión a aquel poeta esclavo, poco recordado hoy, llamado en su vida insular Juan Francisco Manzano, en un momento en que hacer algo así con la esclavitud era pedirle peras al olmo. El olmo no estaba para pastelitos, por mucho que fueran de manzano.

Y aquí me doy cuenta de que he bateado jonrón, y mi bola ha picado y se ha extendido. Tal vez obcecado —que es de la misma familia que John Secada— por su difusa figura —la suya, que a John lo veo en cualquier revista— me he entertuliado y aún no he llegado al trago fuerte. Me quedé en el té, y de jazmín, que es como pedirme ¡quédeté, quédete! Y yo hago mucho caso omiso a la voz de mi conciencia. Así que usted se me sienta, o se va a coger un diez a Matanzas, bella ciudad fundada en 1693 con los nombretes de San Carlos y San Severino de Matanzas, y allí me espera siete días hábiles y débiles. Puede ponerse a escribir cartas a personalidades de afuera, pero excluya de esa movida al embajador inglés Turnbull, que ya una vez se le pasmó el muñeco y tuvo que bailar un vals en balsa.

Ser amiguito de cualquier cónsul, procónsul o extranjero de Consulado, le enyerba las patas a cualquiera y se le amarga el domingo. Que no todo del Monte es orégano. Le contaré mi proyecto en la próxima cartuja. Embátese mi chocolátese, que la semana próxima nos vemos.

Quedo hasta entonces

Ramón del Mar

(C) Encuentro. Madrid.

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Tribute to Bob Hope

Bob Hope was a friend to every American GI for over 50 years. I watched him
perform in Vietnam in 1968 and became his friend in later years, to include
even doing a skit with him on stage. There was no one who served his nation
more faithfully and with greater dedication in both war and peace. He will be
greatly missed.

Secretary Colin L. Powell
Washington, DC
July 28, 2003

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The Washington Post - Saturday, July 26, 2003; Page A21

A Revolution In Ruins

By Brian Latell

Fifty years ago today, Cuba's enduring revolution began in a burst of suicidal violence. Most of Fidel Castro's followers perished, yet that defining incident -- the Moncada attack -- catapulted him from obscurity. Cubans of nearly all persuasions were attracted by his romantic mystique and promises of democratic revolution. He went on from defeat and imprisonment to win power in January 1959 with nearly universal popular support. And he retained much of that support for years by playing the role of prophetic leader, convincingly spinning visions of a Utopian future.

Today Castro is nearly 77 and in obviously declining health, as his and the revolution's viability increasingly are in doubt. He is known to have collapsed at public events on at least two occasions, and in the course of one televised speech became incoherent. Foreign visitors who have met with him speak of his lapses, strange verbal meanderings and inability to concentrate. The signs of his physical and perhaps mental deterioration have roughly coincided with frequent episodes of extreme behavior that have damaged Cuba's relations with erstwhile friends.

It is not unusual now for Castro to lapse into angry, confrontational moods in wildly disproportionate responses to perceived slights or criticism. In recent weeks he has railed against the European Union because of its critiques of his brutal crackdown this spring on human rights and pro-democracy activists. Various Latin American presidents have been treated with similar fury in bizarre episodes that have left most observers shrugging in disbelief. Mexico's former foreign minister, once close to the Cuban revolution, was reviled last year as "diabolical" and "Machiavellian" in a fuming editorial probably penned by Castro himself. This followed an incident in which Castro felt insufficiently honored during a visit to Mexico.

It is true that since Moncada, and even before, he has been known for his indomitability, self-absorption and inclination to go on the offensive. But such characteristic behavior is more worrisome as his health deteriorates and his animosities become more poisonous. Thus far at least, no one in the Cuban leadership seems inclined to restrain or contradict him. Perhaps they realize as he must that the chances the revolution will leave a positive legacy are rapidly slipping away. It strains under greater contradictions and economic stresses than ever before.

A substantial external debt is largely in arrears as creditors and foreign investors have grown wary. Export earnings -- notably from sugar -- have plummeted, and the economy subsists largely on hard currency from tourism and, ironically, remittances sent by Cubans abroad. But the coffers are so bare and prospects so bleak that the economy may be as prostrate today as it was in the early1990s after the cessation of Soviet bloc subsidies.

The Faustian bargains Castro made then in the aftermath of widespread popular unrest have resulted in the abandonment of the revolution's once vaunted egalitarian principles. The legalization of dollars in 1993, for example, has created a caste system in which Cubans with access to dollars live vastly better than the much larger numbers who have none. Parallel economies have developed, with an ever-deepening polarization between rich and poor, urban and rural, black and white. By some accounts, Cuba now ranks near the bottom in income distribution among the Latin American countries.

The often desperate competition to somehow acquire dollars from Western visitors has also led to other social and moral distortions that Castro previously deplored. University enrollment is less than half of what it was in 1990 because young Cubans see greater advantage in hustling tourists. Prostitution is rampant. Crime has increased. Resentments are growing too, because average Cubans, even those with dollars, are prohibited from visiting most tourist locations. But Castro's greatest concern, and a major source of his wrath, is that over the past few years a large and determined pacifist opposition has developed on the island. The Varela Project, operating entirely within Cuban law, gathered more than 11,000 signatures on petitions seeking democratic opening. Many of its leaders are now serving long prison sentences.

Several librarians and independent journalists also have been incarcerated. All "prisoners of conscience," according to Amnesty International, they were guilty of lending books from their private collections to neighbors or of writing cultural and other articles and then sending them abroad for dissemination. None of those imprisoned advocated violence, organized anti-regime demonstrations, conspired or uttered inflammatory language against the regime. They know better than to ridicule Castro on the record in any way at all.

This opposition is an entirely home-grown phenomenon with few connections to the Cuban Diaspora. The activists came to oppose Castro's regime in the early 1990s after its compromises, economic failures and refusal to reform as other closed societies evolved. Many were inspired by Pope John Paul II during his 1998 visit. "Don't be afraid," he told a large Cuban audience. It is their persistence and spiritual detachment in the face of repression that especially angers Castro. But most of all he fears that the leaders of a democratic Cuba will emerge from this new opposition after he departs.

Castro should heed his own advice, rendered in March 1966 during a speech at the University of Havana, before he had turned 40. Speaking angrily about the Chinese leadership, he said: "Of course this story, of revolutionaries who in spite of having done good things in their lives have committed great barbarities later at the end of their lives, is not new. We have seen the things that men are capable of doing when they degenerate."

The writer is a senior associate at the Center for Strategic and International Studies and teaches at Georgetown University's school of foreign service.

© 2003 The Washington Post Company

sábado, julho 26, 2003

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El escritor cubano Alejandro Armengol es una de las personas más tímidas que conozco. Por eso, escribe bién.

Dueño de una capacidad de síntesis única y de una sensibilidad rara en la almas atormentadas y exiliadas, es conocido por dedicar horas y horas en la madruga a la escrita, devolviéndonos reflexiones y observaciones que a los demás nos pasan desapercibidas por completo.

Nunca he sido bueno comentando la obra de los demás, de hecho no sé escribir mucho sobre eso, pero he leído a Armengol, he conversado mucho con él, lo veo casi todos los días pero cada vez que leo algo suyo termino siempre descubriendo una faceta diferente de su carácter.

Por eso creo que debe ser leído. La obra de Armengol, además de ser oportuna es también un excelente regalo para los ojos de quiénes se interesan por los demás. Así, los invito a leerla, van a encontrar sus columnas regularmente además de sus críticas, hechas por quién escribe mucho mejor que yo. Este es su
blog.

sexta-feira, julho 25, 2003

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Este mes la revista Foreign Policy publica un interesante articulo sobre las razones por las cuales las dictaduras no suelen caerse como si fueran un dominó.

Estamos en plena conmemoración del 50 aniversario del asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba. Creo que este articulo completa un poco el pensamiento que el profesor Jorge Domínguez expuso en el anterior.



Why Dictators Aren't Dominoes
By Thomas Carothers

Having successfully driven Iraqi President Saddam Hussein from power, President George W. Bush and his top advisors appear to hope that the threat of regime change may also dislodge hostile Syrian, Iranian, and North Korean regimes that support terrorism or are otherwise inimical to U.S. security interests. The decisive U.S. military action in Iraq may well intimidate some unfriendly tyrants and induce them to modify some of their adverse policies. So much the better. However, the example of Iraq is unlikely to produce sudden regime change in the Middle East or elsewhere, even when combined with new, menacing noises from top U.S. officials.

The experience of recent decades shows that while the direct application of military force can certainly oust defiant dictators, military threats and bluster almost never do. While rapid regime change seemingly offers a quick fix for knotty problems, the U.S. government will still need sustained diplomatic solutions to its security problems, as well as to pursue a broad range of nuanced, nonmilitary efforts to empower the domestic opponents of hostile dictators over the longer term.

In the late 1980s, President George H.W. Bush tried all sorts of measures—military pressure, attempted coups, and harsh economic sanctions—to get rid of Panama’s sordid strongman, Gen. Manuel Noriega. It took military intervention to drive Noriega out. Former President Bill Clinton labored mightily in the early 1990s to pressure Haiti’s ruling generals to allow deposed President Jean-Bertrand Aristide to take back the presidential reins. Yet the generals resisted increasingly pointed military threats and agreed to leave Haiti only when they were sure that the warplanes spearheading a U.S. military intervention were actually in the air. Afghanistan’s Taliban rulers rejected efforts by third parties in September and October 2001 to persuade them to cede power despite a highly credible U.S. threat of imminent force. Saddam rebuffed similar entreaties earlier this year, even when President Bush’s readiness to act militarily was crystal clear.

Dictators cling to power, even in the face of a threatened outside military intervention. For them, stepping down is not just a political concession, it represents total defeat—the loss of a lifetime’s accumulation of power and wealth, as well as the complete deflation of what is often a megalomaniacal sense of pride and self-importance. Giving in to anything less than complete military defeat becomes unthinkable. Closed off from reality and surrounded by sycophants, such leaders frequently engage in self-delusional fantasies—that the intervention will not really occur, that some third force will halt the standoff before it runs to its logical conclusion, or that their own military forces will somehow deter the enemy.

Moreover, external military threats often strengthen dictators’ hold. They inflate autocrats with a renewed sense of purpose and determination. The specter of foreign takeover allows swaggering strongmen to play the nationalist card at home and claim the mantle of heroic defender of the nation’s honor and territorial integrity. In the intensifying state of siege, they can smear domestic opponents as pawns of sinister foreign aggressors and distract public attention from the failings of their own rule.

Likewise, neighbors of an autocrat deposed by external military action will not necessarily face emboldened challengers at home. “Domino democratization” has sometimes occurred, such as in Eastern Europe in 1989 or in Latin America across the 1980s. But the power of example in those cases was that of citizens mobilizing to overthrow their own repressive rulers, not outside intervention. U.S. military actions against foreign strongmen are unquestionably powerful events that resonate loudly on the international stage. But none of the interventions of the past two decades—whether in Grenada, Panama, Haiti, or Afghanistan—has produced democratic waves in neighboring countries.

Dictators do not last forever. They are not immune to pressure. And efforts by external powers to foster democratic change in dictatorial settings are not fruitless. But it is crucial to realize that dictators usually fall when they are pushed out by their own people. Short of outright invasion, outside attempts to advance regime change are most effective when they strengthen internal dissenters and democrats rather than stand in for them.

When strongmen allow some limited political space, the United States and other countries seeking to promote democratic change can usefully support those forces within the society that oppose the regime—usually a mix of opposition political groups, civic actors, unions, and independent media. External support for such groups has played or is playing a helpful role in many cases: in Indonesia before President Suharto’s fall, in Serbia under Slobodan Milosevic, and in Belarus today under Aleksandr Lukashenko. When an authoritarian leader gambles on elections to legitimate his rule, then outside aid to help make the elections as free and fair as possible can be valuable, as in the 1988 Chilean plebiscite on Augusto Pinochet’s continued rule or last December’s Kenyan elections, in which former President Daniel arap Moi’s handpicked successor was defeated.

Where dictators allow no or next-to-no political space, the ability of outside groups to encourage change is much more limited. Typical measures include beaming in television and radio news from outside the country’s borders, supporting pro-democratic exile groups, and imposing economic sanctions and diplomatic pressure. But as demonstrated by the long-term survival of dictators such as Cuba’s Fidel Castro, Libya’s Muammar al-Qaddafi, and the Burmese generals, the impact of such measures is often regrettably limited.

The United States can and should vigorously pressure noxious dictators and support their opponents. Yet Americans should be careful not to pin too much hope on the power of military threats and bluster to dislodge dictators, despite the example of Iraq. And more U.S. military interventions in the Middle East or elsewhere will come only at a very high cost economically, diplomatically, and possibly militarily. For all the United States’ military might, history suggests it will also be necessary to keep engaging in the messy, slow business of constructing diplomatic, and usually multilateral, approaches to dealing with hostile dictatorships and other troublesome regimes.

Thomas Carothers is the author of Aiding Democracy Abroad (Washington: Carnegie Endowment, 1999) and a senior associate at the Carnegie Endowment.

The New York Times -- July 25, 2003

Goodbye, but Not Farewell
By JORGE I. DOMINGUEZ

CAMBRIDGE, Mass.

Fifty years of victory, 50 weeks of goodbyes: it has an appealing symmetry. It was 50 years ago tomorrow that Fidel Castro led the assault that would eventually topple the Cuban government and bring him to power. He is sure to use the anniversary over the next year to remind Cubans that while they must plan for his succession, they should not expect a new regime.

The assault on the Moncada barracks launched Mr. Castro onto the world stage. Against all odds, he has triumphed time and again.

The army of President Fulgencio Batista eventually shriveled in the face of rebellion, and Batista fled on New Year's Eve 1958. Mr. Castro's militias defeated an American-sponsored exile brigade invasion at the Bay of Pigs and his secret police foiled many American-induced assassination attempts. In the 1970's and 1980's, Cuban armies did three times on African soil what the United States could not in Vietnam, nor the Soviet Union in Afghanistan: they won the wars they fought, twice defending Angola against South African invasions and once defending Ethiopia against a Somali invasion. Mr. Castro's regime survived the collapse of the Soviet Union and Communist governments in Europe.

His leadership also helped Cuba forge a strong sense of peoplehood and solidarity. Cuban schoolchildren are among the world's best performers, with Cuban fourth graders outscoring all Latin American students in mathematics tests. And the rate of infant mortality is lower in Havana than in Washington.

Much also went wrong during Mr. Castro's decades in power. In the 1960's and 70's, his government jailed more political prisoners relative to population, and held them longer in prison, than any right-wing military dictatorship in the Americas. As recently as last spring, his government imprisoned dozens of opposition activists for their "crimes" of political opinion and association. The death penalty was used repeatedly, mainly in the 1960's but also last spring, in trials woefully lacking in due process. During the 1960's, torture was an administrative practice.

Only the Communist Party is legal. National Assembly elections are uncompetitive. The government owns and operates all newspapers and television and radio stations. The economy collapsed in the early 1990's. From 1985 to 2000, per capita income fell by one-quarter. Since the early 1990's, poverty has increased, inequality has grown worse and shortages of basic necessities have spread.

Starting about a year ago, Fidel Castro began his long goodbye. The National Assembly formally opened his succession process by amending the Constitution to make it impossible to alter the regime's fundamental principles after his death. Born in 1926, Mr. Castro has been in poor health; he fainted in the middle of a speech in June 2001. His designated successor is his brother, Raúl Castro, Cuba's defense minister, who is 72.

But will there be just a succession to Raúl — or will there be a wider and deeper political transition? Cuba's domestic opposition seeks a full transition. Twenty years ago, there were few activists for human rights or the political opposition. During the past dozen years, thousands have emerged.

What is striking about Cuba today is not that its government represses the opposition. It has done so for more than four decades. What's new is that the government no longer succeeds when it tries to repress the opposition. Since 1990, every time activists have been imprisoned, new members and leaders have arisen to take their places. The arrests in 2003 resemble previous episodes, except for the greater severity of the prison sentences, which are widely believed to have been imposed to keep popular opponents out of public life during this sensitive moment in history.

The battle between succession and transition is the key to Cuba's politics. In late 2002, Cuba held local and national elections. Last March, the National Assembly elected the Council of State, which will serve for five years. The assembly and the council will formally choose Cuba's next president. Also in March, six prominent activists announced a hunger strike, and the opposition lobbied the European Union to reject Cuba's application for preferential trade treatment and assistance. The crackdown on the opposition followed.

Significant elite personnel changes have also been under way. Cuba's finance minister, the party's secretary for ideology, several provincial party first secretaries, and other government and party officials have been replaced. The person in charge of economic reform, the minister of economy and planning, lost four of his six deputy ministers.

These steps are preparations for the Sixth Congress of the Cuban Communist Party, which may meet later this year or early next. The Congress will choose a new central committee and political bureau to hold office for about six years. Their members will ratify Raúl Castro as Fidel's successor, and will be among the most influential in choosing Raúl's successor.

Along with a few other notables, these members constitute the "selectorate" — that is, the few hundred people who will determine the succession to the Castro brothers and its success or failure. They seek to protect the succession from the equivalent of a panicky rush on the bank that might set off a regime transition. Repression and succession are two sides of the same coin — the currency to ensure regime survival and avoid regime transition.

Fidel Castro's long goodbye opens Cuba's most important political struggle in more than four decades. Top officials want to ensure that only they can shape the nation's future. Yet "Fidelismo without Fidel," they know, has at best uncertain prospects. This may be not just the start of Fidel Castro's goodbye, but also his regime's.

Jorge I. Dominguez is professor of international affairs at Harvard.

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Lo que era un rumor hace unos meses, es ya una certeza. La división en la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) hace unos dos años, arrastró otro conflicto que quedó entre bambalinas: las profundas divergencias entre los que quedaron en la entidad y el congresista republicano Lincoln Díaz-Balart.

Joe García, el director ejecutivo de la FNCA, por un lado, y el mismo Lincoln, por otro, hablaron este jueves largamente conmigo con entera franqueza y libertad.

No juzgo quién tiene razón. Por ahora. Pero en el articulo publicado este viernes en
El Nuevo Herald expongo las razones de cada cuál.

Y, como siempre, los lectores que saquen sus conclusiones.



AL AIRE LAS DIFERENCIAS ENTRE LA FUNDACIÓN Y DÍAZ-BALART

La deportación de balseros fue la chispa incendiaria

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

La deportación de cubanos a la isla, después que el régimen de Fidel Castro fusiló a tres secuestradores de una embarcación, ha sacado a la luz pública una enconada rivalidad política local que hasta ahora se desarrollaba entre bambalinas.

Desde ayer es ya imposible para la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y el congresista republicano Lincoln Díaz-Balart ocultar sus diferencias políticas, basadas sobre todo en lo que parecen ser percepciones distintas sobre cómo lidiar con el problema cubano.

La chispa en este caso fue la deportación de un grupo de cubanos a inicios de la semana, un hecho que, curiosamente, las dos partes condenaron firmemente en su momento.

Díaz-Balart, su hermano Mario y la congresista Ileana Ros-Lehtinen emitieron un comunicado el lunes en el cual calificaban de “infamia” la repatriación. Entonces, Lincoln manifestó: “Esta acción convierte a EE UU en cómplice de lo que sucede a los refugiados devueltos. Este acto de
infamia en coordinación con la tiranía cubana es una monstruosidad condenable”.

Al mismo tiempo, también el lunes pasado, el director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana, Joe García, dijo que la deportación había demostrado “que esta administración nos ha mentido”. Y añadió: “Han sido tres años de mentira, y lo que muestra aún más es la impotencia de nuestros congresistas republicanos dentro de esta administración republicana”.

Pero ayer, Díaz-Balart reafirmó a El Nuevo Herald que nadie lo va “a desviar de la lucha por la libertad de Cuba y por los derechos de los más necesitados”.

“Lo que es triste es que en estos momentos en que los congresistas cubanoamericanos estamos luchando contra tantos esfuerzos para mantener las únicas medidas en el mundo que castigan a la tiranía, este grupo se haya dedicado a atacarnos, y a propiciar el diálogo con la tiranía”, dijo el congresista, refiriéndose a la propuesta de la FNCA de sostener contactos con gente que en la isla rodea al gobernante cubano Fidel Castro para contribuir a su salida del poder.

Pero para García el problema es otro. Hace tres años que los congresistas cubanoamericanos insisten en que habrá un cambio presidencial en la política hacia la isla y nada ha sucedido. “Y ahora, han devuelto cubanos a un sistema judicial de un país que Estados Unidos no se cansa de repetir que es un país terrorista”, dijo el director ejecutivo de la FNCA.

“Creo que el dilema aquí es claro. ¿Hasta cuándo vamos a mantener el silencio y no llamar las cosas por su nombre? Ellos no han hecho nada para invertir este estado de cosas”, continuó García.

El 20 de mayo pasado, en un viaje relámpago a Miami, el presidente George W. Bush se refirió a los Díaz-Balart como “aliados políticos firmes”. Incluso los invitó a unirse a su comitiva, y se desplazaron por la ciudad en la limusina presidencial.

Pero para la FNCA eso no parece tener mucha relevancia. “Nunca en la historia de este país un partido [en referencia al republicano] ha controlado la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes [como en estos momentos], y si ahora no pueden actuar en beneficio del pueblo cubano, me pregunto cuándo lo van hacer”, dijo García.

Por eso, el director ejecutivo de la FNCA, cree que “Lincoln, como funcionario de ese partido, tiene como responsabilidad exigir una respuesta de la Casa Blanca que responda a las aspiraciones del exilio”.

“Mi labor es pública; siempre he revelado mis comunicaciones con la Casa Blanca sobre todo tipo de temas. Ahora, vamos a hablar claro, ellos tienen otro punto de vista, que públicamente ha ido hasta el apoyo y diálogo con la tiranía. Tenemos sencillamente puntos de vistas diferentes”, aclaró el congresista.

¿En qué momento comenzaron a surgir estos puntos?

Díaz-Balart cree que hace unos 10 años atrás, cuando, en su opinión, la FNCA comenzó a alejarse del cabildeo en la capital de la nación.

“Pero la imagen y la realidad han sido diferentes con respecto a ellos. Hace 10 años que ellos no están aquí, pero antes no hacían daño; pero de hace un tiempo para acá se han unido a la coalición que trabaja en favor del diálogo con la tiranía”, reafirmó el congresista.

A lo que García ripostó: “Ahora tenemos tres representantes electos. Pero cuando la Fundación se creó no había un cubano en el gabinete, no había un cubano en el Congreso. Ahora que esa batuta la hemos pasado a los representantes, ellos no pueden ganar nada”.

Hace unos meses, la FNCA puso en venta su sede en Washington, lo cual, dijo García, no significa un receso en sus operaciones allí. El año pasado, el director ejecutivo de la FNCA dijo a El Nuevo Herald que la FNCA decidió volcar más sus actividades hacia el interior de la isla y dar apoyo a los disidentes.

Ayer por la mañana, Díaz-Balart descalificó a García en declaraciones a una emisora radial, diciendo que era un funcionario de poca importancia cuyo “jefecito” estaba loco por hacer negocios con la isla, refiriéndose al chairman de la FNCA, Jorge Mas Santos.

Por otro lado, García ha negado tener aspiraciones políticas y que pretenda lanzarse en una carrera política contra el congresista republicano, como han sugerido rumores en las últimas semanas.

(C) The Miami Herald Publishing Company

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MEDIO SIGLO DE LA REVOLUCION CUBANA

RAFAEL ROJAS
EL PAIS | Opinión | 7.25.2003

Hace 50 años Cuba estaba regida por una dictadura de derecha. La economía del país prosperaba, la cultura florecía, pero aquel esplendor no ocultaba sus costos sociales: desigualdad, injusticia, corrupción, autoritarismo, dependencia. Unos 120 jóvenes civiles, afiliados en su mayoría a un partido socialdemócrata y populista, decidieron abandonar la vía electoral y levantarse en armas contra la dictadura. La primera demanda de aquel grupo era, sin embargo, sumamente moderada: restaurar la Constitución liberal y democrática de 1940, pisoteada por Fulgencio Batista en 1952.

Los revolucionarios fracasaron en el intento de tomar dos cuarteles del Ejército al oriente de la isla y fueron encarcelados y juzgados de acuerdo con las leyes civiles del Estado de derecho republicano. El líder, un joven abogado llamado Fidel Castro, recibió una condena de 15 años de cárcel -por una acción violenta que cobró vidas de ambas partes- en un juicio donde tuvo la oportunidad de autodefenderse y donde uno de los magistrados, Manuel Urrutia Lleó, emitió un voto particular, contrario al veredicto. De aquellos 15 años, Castro sólo cumplió 20 meses, gracias a la amnistía que concedió Batista luego de ganar, como candidato único, las elecciones presidenciales de 1954. ¡Dramática regresión de la justicia!: hoy en Cuba se condena a 28 años de cárcel a opositores pacíficos por delitos de asociación y conciencia.

Castro y sus hombres emigraron a México, donde prepararon una expedición armada con recursos de la burguesía cubana. Luego de tres años de guerrilla en la Sierra Maestra, y gracias al apoyo de una eficaz red clandestina en las principales ciudades de la isla, los revolucionarios entraron victoriosos en La Habana. Las razones del éxito, sin embargo, no habría que buscarlas en la historia militar, sino en la historia política. Batista era, a los ojos de la ciudadanía, un dictador corrupto e ilegítimo, respaldado por el Gobierno de Estados Unidos. Los tres reclamos de aquella Revolución -democracia representativa, justicia social y soberanía nacional- codificaban la voluntad mayoritaria de la población cubana.

Una vez en el poder, Fidel Castro y sus colaboradores más cercanos asumieron la ideología marxista-leninista y radicalizaron el programa originario de la Revolución. El desplazamiento de la socialdemocracia al comunismo fracturó la amplia y plural coalición revolucionaria y confirmó que la nueva élite del poder estaba resuelta a desentenderse de la democracia, en nombre de la soberanía y la justicia. Castro sacrificó aliados en todas las corrientes políticas (líderes estudiantiles y sindicales, comunistas, "auténticos", "ortodoxos", católicos) y varios miles de revolucionarios inconformes emigraron a Miami, dispuestos a derrocarlo con apoyo norteamericano. Para desencanto de ellos, Bahía de Cochinos demostró que aquella pasión anticastrista del exilio no sería compartida por Washington a cualquier precio.

En 1962, el pacto Kennedy-Jruschov, que puso fin a la crisis de los misiles, aseguró al Gobierno de Fidel Castro la protección geopolítica que necesitaba para consolidarse dentro y fuera de la isla. La alianza con Moscú, sin embargo, no derivó en una adopción inmediata del modelo soviético. Durante su primera década, la Revolución cubana, aclamada por la izquierda occidental, experimentó con casi todas las opciones marxistas de organización económica, política y social: desde variantes extremas, guevaristas o maoístas, hasta fórmulas semiliberales de inspiración socialdemócrata. En 1971, tras el fracaso de la "zafra de los diez millones" -símbolo, a su vez, del fracaso de tanta improvisación voluntarista-, el Gobierno revolucionario decidió asimilar plenamente el sistema soviético.

Hasta 1992, el régimen político de la isla combinó con eficacia la racionalidad burocrática del socialismo real, que desde una condición dependiente hizo crecer la capacidad de gasto público de la economía cubana, y el principio carismático de dominación, propio de las dictaduras populistas latinoamericanas, personificado en la figura de Fidel Castro. En aquel año de 1992, el Gobierno cubano supo adaptar su legitimación simbólica a la nueva coyuntura de la posguerra fría, desplazando el énfasis discursivo de la ideología marxista-leninista a la retórica del nacionalismo revolucionario. De hecho, durante la última década, ese régimen parece haber abandonado cualquier otra prioridad doméstica o internacional que no sea la de subsistir, aferrado a la persona de Fidel Castro, en tanto símbolo de una soberanía nacional que sólo puede preservarse a través de la tensión con Estados Unidos.

A simple vista, el modo actual de hacer política en Cuba (concentraciones masivas, "marchas del pueblo combatiente", mesas redondas, tribunas abiertas) es parecido al de los años sesenta. Sin embargo, esa apelación constante a mecanismos movilizativos, además de profundizar el estancamiento de instituciones políticas como el Partido Comunista o la Asamblea Nacional, echa mano de burdos resortes de compulsión y acarreo. La obsesión de exhibir consenso, de celebrar rituales demostrativos y espectáculos de cohesión política, como respuesta a cualquier amenaza externa o interna, a cualquier crítica o disidencia, por muy moderadas que sean, delata la inseguridad simbólica del régimen cubano.

Cincuenta años después del asalto al cuartel Moncada, el Gobierno de Fidel Castro parece incapaz de satisfacer dos de las tres demandas primordiales -justicia social y soberanía nacional-, que, desde un imaginario socialdemócrata, dieron origen a la Revolución cubana. Es cierto que ese Gobierno aún destina grandes recursos a la distribución social del ingreso, pero lo hace con un producto interno bruto decreciente y unos servicios públicos deteriorados por la ineficiencia de la economía estatalizada y la inequidad de un mercado raquítico, que excluye a la mayoría de la población. Al parecer, la única manera de alcanzar un Estado nacional soberano y justo, que se relacione normalmente con Estados Unidos, América Latina y Europa y que sea capaz de mantener altos niveles de inversión social, es retomando la demanda ignorada del programa revolucionario: democracia.

Si el Gobierno cubano, en un arranque de lucidez, se decidiera a propiciar una transición pacífica y gradual a la democracia en Cuba, con todos los actores posibles del cambio (la clase política reformista, la disidencia, el exilio, la ciudadanía de la isla y la diáspora), no sólo le haría un gran servicio a la nación cubana y al mundo occidental, sino que honraría a la Revolución que le dio origen y contribuiría a la justa asimilación del legado revolucionario desde una cultura democrática. La recomposición de la memoria histórica, que deberá producirse durante el cambio de régimen, sería menos traumática con un gesto así.

(Rafael Rojas es escritor y ensayista cubano, codirector de la revista Encuentro)

(C) EL PAIS
(C) RAFAEL ROJAS
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quinta-feira, julho 24, 2003

Según Andrés Reynaldo, y ustedes saben que hay que hacerle caso cuanto más no sea para que se sienta querido, vale la pena leer un largo articulo que salió en la revista del The New York Times.

El tema: la guerra dentro de Random House.

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quarta-feira, julho 23, 2003

Dice el amigo Kim Suarez (Su Blog) que la originalidad de los cubanos no deja de sorprenderle. A mi tampoco. Lean esto y que lo disfruten.

Las fotos lo muestran todo. Son cortesia del U.S. Coast Guard:
1 ,2 ,3 ,4 ,5 ,6

FUGA EN CAMION HACIA MIAMI
Rui Ferreira
El Nuevo Herald

Si a Santiago de Cuba se va a pie y a Bayamo en coche, a Cayo Hueso se puede llegar en camión.

Ese podría ser el lema de una docena de cubanos devueltos a la isla el domingo después que el Servicio Guardacostas los encontró cuando iban rumbo a los Cayos, a unas 8 millas por hora, a bordo de un camión Chevrolet de 1951.

El camión, de color verde y con la parte de atrás cubierta con una tela, surcó el Estrecho de la Florida con una hélice adaptada a su motor original, y se mantuvo a flote gracias a unos tanques de 55 galones acoplados a los lados, dijo el portavoz de los Guardacostas, Ryan Doss.

Además, explicó, en la cabina había una persona detrás del volante que controlaba la dirección y la caja de velocidades, cuando fueron encontrados en alta mar a unas 40 millas al sur de Cayo Hueso.

El Servicio Guardacostas ha interceptado a muchos balseros, que intentan llegar a Estados Unidos en todo tipo de embarcaciones, pero el miércoles de la semana pasada cuando los avistaron por vez primera, apenas salían de su asombro.

“Jamás habíamos interceptado algo así'', dijo Doss.

Pero pese al esfuerzo en su construcción y la creatividad, las autoridades terminaron devolviendo a los tripulantes del camión a la Bahía de Cabañas el domingo por la mañana, según la polémica disposición de “pies mojados-pies secos''.

Y tampoco decidieron conservar el camión como un objeto único. Lo hundieron, añadió la portavoz de la Patrulla Fronteriza, Cameron Hintzen, porque “era un peligro para la navegación''.

De todos modos, “es un pueblo muy creativo, de eso no hay duda'', añadió.

Entre marzo y junio de este año, unos 537 cubanos han sido interceptados por las autoridades en alta mar. En el mismo período del año pasado, la cifra fue de 186.

(C) The Miami Herald Publishing Company

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En momentos en que tantas arbitrariedades verbales se cometen en la radio de Miami, es bueno recordar las andanzas de sus protagonistas. Y nada mejor para ello que leer viejas historias contadas por viejos amigos de esos protagonistas, como esta, que sigue vigente pese a haber sido escrita hace dos lustros.


El Nuevo Herald, Viernes 16 de Abril de 1993

INTIMIDACION RADIAL EN MIAMI

Por RAMON COTTA
Columnista

Armando Perez Roura trasmitio por Radio Mambi el 30 de marzo pasado, una furibunda arenga contra todos los periodistas de este diario y, en especial, contra las columnistas Gladys Nieves y Liz Balmaseda, acusandolas de haberlo ofendido cuando opinaron que es de "cavernicolas" y "dinosaurios" usar la violencia para silenciar las ideas ajenas.


Ellas se habian referido al espectaculo protagonizado por cubanos dias antes frente a Radio Mambi, cuando defensores del regimen comunista de Cuba que actuan con el nombre de Brigada Antonio Maceo y Alianza de Trabajadores de la Comunidad Cubana, se presentaron alli con permiso de la policia de Miami, para protestar contra la politica editorial e informativa de la radioemisora en apoyo de la Ley Torricelli. Al encuentro de los fidelistas salieron anticastristas simpatizantes de Perez y se armo la camorra.

Es cierto que si el KKK fuera a Liberty City a predicar su racismo, tambien habria violencia negra. Pero por muy justificada que la violencia este en la mentalidad de quien la practique para silenciar la desagradable idea ajena, siempre quedara en pie la verdad de que no tenemos derecho a violar los principios de esta nacion para desahogar nuestros rencores politicos con un acto dirigido claramente a prohibir al otro su ejercicio de la libertad de expresion que la Constitucion garantiza.

No fue un ataque contra Perez Roura lo que Nieves y Balmaseda hicieron, sino contra el uso de la violencia oral y fisica contra la opinion ajena. Ese mal uso de la libertad de expresion que ambas partes cubanas ejercieron --una por ir a provocar frente a Radio Mambi y la otra por dejarse provocar -- es, ademas, una conducta politicamente tonta, porque siembra desconfianza en la isla, danando el futuro papel de aportador de soluciones que el exilio debe desempenar en la reconstruccion de la nacion.

Dice Perez Roura que ha tratado con pocos periodistas del Miami Herald en privado porque no le importa "lo que escriben, ni mucho menos lo que piensan". Pero nos lee todos los dias y retuerce lo que escribimos para atacarnos con violencia labial y ganar puntos de rating.

El primero de abril Perez Roura volvio a la carga. Se ensano con la columnista Dora Amador en otro editorial. Ella apoyaba la idea de enviar ayuda humanitaria a Cuba. Podremos estar o no de acuerdo con Amador, pero en vez de refutarla con elegancia y caballerosidad, Perez Roura se desboco de nuevo, insultandola e insultandonos a todos una vez mas.

El dice que todos los periodistas que trabajamos en este diario somos "mastines" de la empresa. Yo podria acusarlo de ser un "menostin", pero no lo hare, porque mi proposito no es devolver la injuria a mi ex companero de trabajo en el Radio Reloj de La Habana antes de la revolucion y despues de ella, hasta que yo vine al exilio en 1960. Solo deseo poner las cosas en su justo sitio y hacer una nueva presentacion de Perez Roura para que se le conozca mejor en Miami.

Hubo un tiempo, alla en Radio Reloj, en que solia compartir conmigo su horario de trabajo y sus inquietudes politicas. El simpatizaba con el presidente Fulgencio Batista.

Entonces yo era jefe de informacion de madrugada en esa emisora de los hermanos Goar y Abel Mestre y Perez Roura complementaba su salario de locutor en Radio Reloj, como locutor en actos del gobierno.

Gano la revolucion y Perez Roura busco el amparo de su amigo Orestes Valera, "la voz de Radio Rebelde", que subio a la Sierra Maestra perseguido por las deudas y las faldas y bajo de ella con grado de capitan. Valera fue uno de los dos oficiales enviados a Camaguey para arrestar al comandante Huber Matos.

El nuevo regimen ordeno celebrar elecciones revolucionarias en el Colegio Nacional de Locutores. Se presento la candidatura de Valera como decano y Perez Roura como su vice. Los eligieron. Valera renuncio al decanato esa misma noche de asamblea, en favor de su amigo y como decano de ese colegio, Perez hizo esto:

* Llevo a Radio Reloj la consigna revolucionaria de "Cuba, Territorio Libre de America".

* Apoyo la intervencion comunista en Radio Reloj, CMQ Radio y Canal 6.

* Se enrolo en la milicia revolucionaria.

* Implanto en radio y television la coletilla --un comentario intimidatorio hecho inmediatamente despues de cualquier opinion o noticia que el acolito de turno en el microfono, o en la camara, estimara lesivo para la dictadura revolucionaria.

?Como puede tener ahora el descoco de juzgar a los periodistas de este diario?

Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinion. Pero lo que retrata al hombre es el motivo del cambio. Perez Roura cambio a Batista por Castro y nunca he podido determinar por que lo hizo.

Lo que si se que hizo, puede explicar por lo menos una cosa: por que se rebaja al insulto y a la intimidacion contra quien opine distinto y por que no ha podido aprender a ejercer la libertad de expresion; una libertad que es de todos, no solo
suya, y que todos tenemos la obligacion de ejercer con dignidad para mantenerla saludable. La explicacion es que la tecnica de la coletilla intimidatoria, difamatoria e insultante que mancilla a este derecho, la aprendio en Cuba y ahora pretende ejercerla contra nosotros.

?Sera que su preocupacion por Arbitron rige lo que dice y lo nubla? ?O sera la ambicion politica lo que empuja a este coloso del microfono a usarnos como chivo expiatorio?

Si bien es adecuado denunciar la mision que entre nosotros tiene la castrofila Brigada Antonio Maceo, hay que reconocerle el derecho a expresar su opinion, por detestable que nos resulte, porque la ampara la Constitucion de esta nacion que Perez Roura no preside, a Dios gracias.

Porque estamos en contra del mal y a favor del bien, tenemos la obligacion de opinar en contra de los defensores del castrismo que viven entre nosotros, pero sin debilitar, al hacerlo, este derecho que es uno de los pilares de toda democracia.

Si somos incapaces de aprender a ejercer aqui con hidalguia un derecho tan fundamental como es este, ?como podremos practicar la democracia en la Cuba del futuro sin abonarle el terreno a la demagogia y a otra tirania?

© 1993 The Miami Herald.

LAS DOS CARAS DE UN SON

Creo Chesburgo, que Celia Cruz y Compay Segundo son las dos cara de una misma moneda, y esta vez la gran señora de la guadaña, tiró su moneda al aire, atravesando muchos pensamientos, arrastrando en su caída libre toda la historia comparativa y de contrastes violentos que ha dado la situación política de Cuba.

Ella, salio al inicio, cuando comenzó a gestarse la gran estafa, se negó a ser un instrumento más y no volvió, venció con su personalidad y piel oscura todas las cruces de vía férrea que en plena juventud se encontró, llenó los escenarios con su grito de guerra - azúcar - reafirmando su realeza dentro del mundo musical criollo Cubano del exilio, disfrutó a plenitud de muchos años de reinado internacional, era indiscutiblemente la Reina de la Salsa, pero su Grammy más deseado fue truncado, no la dejaron visitar su malecón querido, su bella Habana.

No la dejaron ver a su madre en su lecho de muerte, le tenían miedo, si la visita de Oscar de León fue una convulsión popular, imaginar por un momento amigo mío, la estancia de Celia Cruz en Cuba, el Papa quedaría en segundo lugar.

El salio de su Siboney querido a ritmo de Chan-Chan. Un pueblo de costa a 17 Km. de Santiago de Cuba, con una playa pequeña de arena dura y arrecife, pero en su viajar quedo atrapado en la granjita Siboney, donde se estaba conjurando una nueva infamia, mayor que la anterior. El siguió riendo, alegre, piropeador elegante, fumador del buen Habano, disfrutador de la vida musical del Caney, compositor entre los grandes, dando serenatas con sus amigos, señores eternos del Son Oriental. Muchos cantaban sus canciones por todos los rincones del mundo. El lo decía - no soy político - por esta declaración cayo en el olvido, medida preventiva de la Revolución del Patilla.

De La Madre Patria con Radio Futura, le tendió una mano - Auserón, Juan Perro – realizando un CD de música tradicional cubana, que le dio la luz en el encierro. Por buen comportamiento, por viejo, le dieron la libertad, gracias a sus abogados Rey Cooder y Wim Wender, con 90 años conoció las estrellas, un Grammy Latino y las tablas internacionales. El volvió, a esa edad no se comienza, se continúa.

Pero la moneda ya venia en picado ¿De que lado caerá? pregunto Repilado, la Reina de la Salsa no contesto. Chesburgo, yo lo vi, fue un solo tajo certero de la guadaña - como si fuera una película de Ichi el samurai ciego -, cortó la moneda a todo el largo de su perfil, cayendo las dos caras boca arriba, mirando al cielo, quedando los dos pedazos solamente a una distancia de seis años luz de vida.

Uribazo /18 de Julio de 2003

Carlos Uribazo es un excelente pintor y grabador cubano
que vive en tierras españolas.
Esta es su primera contribución a esta página.


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Havana dispatch
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Reel life

Stark, beautiful and politically ambivalent, a new silent film chronicling a day in Havana is packing cinemas in the Cuban capital. Giles Tremlett explains:

The Guardian
Wednesday July 23, 2003

At the Cine Charles Chaplin, on Varado's 23rd Street, admission costs two pesos, a little over five pence, if you are Cuban. It is a reasonable $2 (£1) for foreigners.
On Friday night, when I went to see Suite Habana, the cinema - evocative of the UK's huge, tired Odeons of yesteryear - was packed. That, considering this is a silent movie, was extraordinary.

Havana does not boast the widest choice of films, but Harry Potter was showing elsewhere, and an Anthony Hopkins season was also running. Suite Habana was hardly the only movie showing in town.

In fact, as I had already discovered, it is one of the most talked-about films in the Cuban capital. It takes viewers through a day in the life of the city, following the waking hours of a dozen inhabitants. The only sound is provided by a musical score and city noises.

By any standards, it is a beautiful film. The camerawork and soundtrack take the viewer on a bittersweet trip through the crumbling Cuban capital, battered by rainstorms, and show the huge waves that splash over the famous seafront road, the Malecon.

Everyone seems to agree that the documentary, carefully planned, shot and edited, shows the realities of life in Havana.

However, that is where agreements about it come to an end. Is it a political polemic, a biting and subversive criticism of Fidel Castro's Cuba? Or is it a poem to the courage and resilience of Habaneros, prepared to struggle against all odds without letting go of their revolutionary dreams?

In a Cuba in which artists must often be deliberately ambivalent, director Fernando Perez has left viewers to make up their own minds.

That could explain why, according to some, the film has had little publicity from the authorities who funded it.

Crude, harsh, reality lives side-by-side with the dreams of those who take part. The boy who works as a bricklayer in his mother's run-down home during the day turns out to be a dancer at the Cuban National Ballet; the doctor alternates as a children's clown; the railwayman plays the saxophone at his church; a hospital worker is a drag artist who dresses up like the late exiled salsa singer, Celia Cruz.

The cobbler turns out to be the dapper man known to his fellow punters at the Salon Beny More club as "El Elegante".

Other characters are sadder: the emigrant heading back to Miami, leaving his family behind for the love of a woman and a chance to earn the dollars that will be so eagerly awaited when he sends them back home; the woman selling little paper cones of nuts who, the credits tell us afterwards, "has no dreams"; and the geriatric woman who provokes laughs by seemingly always watching a fuzzy television picture of a May Day parade, with Cuban flags fluttering obediently through the static.

John Lennon is a surprise protagonist. Once, the Beatles were banned by Castro's regime. Now they are folk heroes, and there is a statue of Lennon in Havana.

Unfortunately, someone kept stealing the statue's spectacles, so the sort of job that could only exist in Cuba was invented: that of the statue's guardian. Sitting on a chair right in front of the statue, come rain or shine, we see the three guardians changing their shifts as 24 hours go by.

The changes of guard, and the old lady with her May Day television, raised the biggest laughs when I saw the film, but its star is, without doubt, Francisquito.

A Down's syndrome child, he wanders happily through it all, supported by a father who has given up his job as an architect and takes his child up onto the rooftop to see the stars at night.

So, what are we to think of it? "Some cried in the cinema, others were shaken or, in silence, felt reaffirmed in their fighting beliefs," wrote Granma, the official daily, looking for a positive, revolutionary line from the documentary.

Alina Perera Robbio, a columnist in the Juventud Rebelde (Rebellious Youth) newspaper, also found herself amazed "at the way in which Cuba weaves its tenacity".

But a 55-year-old woman, who I rescued in my car from one of those fierce Havana rainstorms that drench you in seconds, saw something else.

"To me, it shows everything that is wrong, of how our dreams have been wasted," she said. "I was 11 when the Glorious Revolution [sic] happened. Now I am 55. My whole life has gone by, and all they ask for is more and more sacrifice."

Perez' film reminds me of the work of Jose Angel Toirac, the Cuban modern artist who famously stuck Castro's face on classic US advertisements for Marlboro and Calvin Klein's Eternity.

Which way was the irony meant to go? Was Toirac teasing US consumerism by pairing it up with one of Washington's bogeymen? Or was he teasing Castro, the eternal "comandante"? Again, it is up to the person looking at the image to decide.

The film enjoys that sort of ambivalence, and is hardly likely to get Perez added to Cuba's so-called counter-revolutionaries.

Showing reality, however photogenic it has been made, is not a crime. Accompanying it with silence turns out to be curiously eloquent, if not just plain politically sensible.

Silence can, however, be a most effective way to protest: and Chaplin, of course, knew a thing or two about that.

(C) The Guardian, London

Ellos lo dijeron...

“¡Qué problema! Los ángeles, que están acostumbrados
a los cantos gregorianos, ahora tienen que aprender ‘químbara
químbara cumba cum ba ba”.

Padre Alberto Cutié
en la misa de despedida de Celia Cruz
en Miami
7/19/2003

terça-feira, julho 22, 2003

TRIBUNA: GUILLERMO CABRERA INFANTE

Raúl Rivero, el condenado por confiado

EL PAÍS | Opinión - 22-07-2003

Raúl Rivero es el primer poeta cubano vivo. O casi vivo porque ahora ha sido encerrado en una cárcel condenado a 20 años de prisión. Cuando salga de la cárcel, si es que sale vivo, será un anciano. ¿Su crimen? Haber sido demasiado confiado en la precaria protección que puede brindar la poesía en un régimen totalitario. Casi como Padilla pero menos conocido, Raúl Rivero es un poeta considerable que ha usado la poesía como un arma de precisión. Nacido en 1945 en Morón, Camaguey, Cuba, Raúl Rivero (su nombre obliga a una inolvidable aliteración) no sólo es un poeta sino también un periodista y un narrador considerable. Su último libro, Sin pan y sin palabras, publicado cuando ya estaba en la cárcel, lo muestra como un prosista de notable originalidad, capaz de inventar una forma de narración a caballo entre la ficción y la viñeta de denuncia.

Su condena fue anunciada, lenta y truculenta, por el canciller cubano llamado Felipe Pérez alias Roque, que se encastilla y se enroca en los leguleyismos más burdos. Explicando el proceso contra Rivero dice: "Los procesos penales se instituyeron con carácter sumario en virtud de la ley número 5 de 1977". Es decir una fabricación castrista. Pero, continúa Pérez, "aquí quiero hacer una acotación", para mostrar que sabe lo que es una acotación: "El juicio sumario es una institución que no es, ni mucho menos, una creación de Cuba, y, mucho menos, sólo empleada en Cuba".

Pero no dice que el juicio sumario contra Raúl Rivero es una condena cubana actual.

Dicen "las conclusiones provisionales" acusatorias del fiscal: "Delito: actos contra la independencia o la integridad territorial [el subrayado es de GCI] del Estado. Al tener por acusados a Severino González Alfonso y a Raúl Ramón Rivero, "asegurados con la medida cautelar de prisión provisional". ("Asegurado" quiere decir aquí puesto preso). En las conclusiones provisionales prosigue el fiscal "que el Gobierno de los Estados Unidos, a través de su Sección de Intereses en Cuba, con el papel protagónico de James Cason, jefe de la representación diplomática en La Habana, con el objetivo de destruir la Revolución cubana, ha priorizado la subversión interna". ¿Cómo lo ha hecho? "Para la consecución de sus propósitos conspirativos", sigue el fiscal, "han procurado la actuación de apátridas... que realizan actividades subversivas encaminadas a afectar la independencia e integridad territorial cubana (sic)". ¿Y cómo pudieron llevar a cabo tan magna tarea? "... a partir de la década de los noventa hasta la fecha", según el probo fiscal, "adoptaron la fachada de autotitularse periodistas independientes para desacreditar el sistema de gobierno cubano". Ahora el fiscal singulariza a Raúl: "Por su parte, desde el año 1992 el acusado Raúl Ramón Rivero Castañeda", agregando nombres segundos y apellidos terceros al simple nombre de Raúl, "se autotituló periodista independiente". (De hecho, Raúl fue titulado periodista por la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana). Prosigue la trama: "Es así como, habiendo recibido promesas de ayudas económicas por parte de funcionarios, diplomáticos y otras personas residentes en el exterior", ya Raúl es no solamente un agente de los americanos sino también de diplomáticos y otras personas que no sé nombrar. "Creó ilegalmente en 1995 un grupo contrarrevolucionario con propósitos subversivos, que autodenominaron `Cuba Press´, cuyo cabecilla es el acusado..." ¿Cuáles eran estos "propósitos subversivos"? "... difundir falsas noticias para satisfacer los intereses de sus patrocinadores del Gobierno norteamericano". Además, los "acusados propiciaron el surgimiento de una revista subversiva que titularon De Cuba, para suministrar informaciones falsas y facilitar las agresiones norteamericanas al sistema social cubano". Hasta ahora las "actividades subversivas" de Raúl Rivero consistían en fundar una agencia de noticias y una revista, todo hecho a cara descubierta y a la luz del día.

Hay evidencias materiales que el fiscal no deja de enumerar. "En el registro domiciliario... se le ocupó, entre otros artículos, una radio marca Sony, una grabadora, una computadora personal laptop marca Samsung, con todos sus aditamentos, un adaptador de cámara de vídeo 8, varios casetes de audio y de vídeo conteniendo información destinada a subvertir el sistema económico, político y social cubano, cinco libros titulados Ojo Pinta, de la autoría de Raúl Rivero, 18 sobres conteniendo artículos periodísticos, recortes de artículos de prensa independiente pertenecientes a Raúl Rivero, tres files conteniendo documentos de la llamada prensa independiente, entre otros materiales de carácter subversivo". El fiscal no dice algunas cosas pertinentes, como la allanación de la casa de Raúl a las cinco de la mañana con despliegues de fuerzas públicas, un registro que llevó a los agentes de Seguridad del Estado a registrar hasta la habitación de la madre de Raúl, a quien el fiscal llama "desocupado, sin antecedentes penales, pero de pésima conducta por frecuentar la compañía de antisociales con quienes intercambia mutua influencia negativa (sic), se manifiesta groseramente del proceso revolucionario, desobedece las advertencias oficiales que se le han hecho, es provocador e irrespetuoso de las normas de convivencia social", etcétera.

Nunca los policías políticos encontraron en su casa una pistola, una metralleta, bombas, granadas de mano... Es decir, la parafernalia usual con que se rodea un agente subversivo. Ni siquiera un aparato transmisor de onda corta con que divulgar sus mensajes al enemigo. Este "provocador irrespetuoso de las normas" sociales, descripción que parece pertenecer más bien a la crónica de costumbres, es un "agente subversivo" tan evidente que los policías políticos no tienen dificultad para requisar sus instrumentos de trabajo a los que el fiscal, siempre fascinado por las marcas registradas, ofrece sus nombres comerciales. En cuanto al libro Ojo Pinta, que figura prominente entre las pruebas acusatorias, hay que decir que es un largo ensayo de Raúl sobre la joven pintura cubana. Raúl es un hombre con opiniones estéticas y por tanto muy peligroso para la línea oficial en materia de artes plásticas.

Ahora, el fiscal dispuso a los testigos. Dos de ellos eran ellas: dos vecinas de Raúl que depusieron sus testimonios como si fueran chismes de comadres. Una había visto entrar y salir gente de la casa de Raúl para hacer "reuniones subversivas". Otra vecina "ratifica lo expuesto por anteriores testigos". Otro vecino declara que "Rivero Castañeda (Raúl) se comunica con la emisora Radio Martí para transmitir informaciones falsas". Es obvio que Raúlhacía estas transmisiones a puertas abiertas o el testigo era un fisgón íntimo.

Durante el juicio, algunos de los acusados como cómplices de Raúl Rivero melodramáticamente se descubren como agentes de la Seguridad del Estado. Todos acusan a Raúl Rivero de crímenes tan terribles como publicar en el diario Nuevo Herald de Miami. Preguntado por qué publicaba en "el periódico contrarrevolucionario", Raúl responde: "Si me dejaran publicar en el Granma", la gaceta oficial en forma de periódico, "no habría colaborado en el Herald". Muchos de los testigos no son sólo agentes dobles sino agentes provocadores que montan una acusación en la que al final Raúl Rivero es condenado a 20 años de prisión. Si el fiscal y los agentes de Seguridad del Estado fueran mejores lectores no habrían tenido que montar un juicio con testigos falsos, sino que se habrían enterado de la verdadera importancia de Raúl Rivero, como poeta libre y autor de cuentos y viñetas que conforman una sutil actividad contraria al Estado, a su jefe Fidel Castro y a sus miñones. En uno de sus poemas declara que "los cubanos somos hiperbólicos: y a los hombres que no tienen moral/ los acusamos de tenerla doble". A muchos de ellos en torno suyo podría haberlos acusado de ser agentes dobles. Pero en sus cuentos y viñetas en los que, sutilmente, se le puede leer como enemigo del castrismo por personajes interpuestos. En una de sus viñetas, Bienvenido Mr. Yandy, celebra el nacimiento de un bebé al que le ponen un nombre inventado, Yandy, y la familia "está feliz porque él vino y grita fuerte y no quedó dentro del 8,2% de los niños que están bajos de peso al nacer en La Habana". Para terminar: "Todos están contentos de que Yandy esté entre nosotros. Es una pena que él mismo, por ahora, no pueda decir nada". La inferencia, como diría el fiscal, es clara: los infantes no hablan -pero habla por ellos el autor-.

En Ahora somos muchos es un homosexual el que habla y confiesa haber estado preso -y haber hecho el amor con uno de los guardianes del campo de concentración-. "Recuerdo que en el combinado varios guardias se enamoraron de mí y me acosaban. Mis romances, paradójicamente, más afectivos han sido precisamente con policías". En algunas de las viñetas ilustra ese verbo tan auxiliar hoy en Cuba: resolver. O hay la vuelta de tuerca contrarrevolucionaria. En Tenencia legal de alma, Edulvino Valdez, "unos minutos después de las cinco de la tarde del 16 de diciembre decidió matar a su mujer". No fue un crimen pasional, y para matarla "fue a la mínima cocina, cogió el cuchillo (reducido por el periodo especial al lujo de las especias)" y va a matar a su mujer, pero apenas lo consigue. Valdez tenía una vida doble: "Hasta el día 16 de diciembre de 1996" era "el principal inspirador de un grupo político de oposición". Ahora está en manos de la policía, que le informa: "Bueno, Edulvino, mira por donde, te cogimos, se acabó el Panchito Gómez Toro y tus derechos humanos. Vas mansito para la prisión. Tu mujer no te acusa, pero te acusamos nosotros. Así es que tranquilito con tus amigos periodistas, tus compañeritos gusanos no pueden hacer nada, ni formar escándalo. Esto es un delito común". Otra que resuelve es María Eugenia, "una negra esbelta de 35 años, divorciada de un economista, una hija de ocho años". Pero María Eugenia no se vuelve a casar ni "se echa un marío", sino que convierte su casa en un garito clandestino. Allí se juega póker al duro y sus jugadores son acomodados, alimentados y cuidados por ella -y así resuelve con holgura-. La viñeta tiene un título que es una parodia como homenaje al famoso Fuera del juego, libro encausado, de Heberto Padilla: Dentro del juego. En Tenencia ilegal del alma, Raúl Rivero juega con su funesto futuro diciendo así: "Si un poeta se convierte de pronto en un hombre peligroso para las autoridades del país donde nació no hay que mandarlo a la cárcel", como efectivamente le ocurrió a nuestro poeta. Para terminar el comienzo de su viñeta, Raúl propone: "Un gobierno sensato cambiaría su Código Penal". Como sabemos, no ocurre así en la Cuba de Castro, un insensato mayúsculo -con grandes dotes de presciencia-. Termina ahora Raúl su viñeta: "Nadie me hace sentir como un criminal, un agente enemigo ni como un apátrida, ni como ninguna de esas necedades que el gobierno usa para degradar y humillar. Soy sólo un hombre que escribe". Ese hombre que escribe, Raúl Rivero, ha sido condenado a 20 años de cárcel precisamente. Cuando salga, por haber tenido "buena conducta", tendrá 77 años.

No conozco personalmente a Raúl Rivero, pero lo conocí de viva voz por teléfono varias veces. Ocurrió en un programa de radio libre que dirigía Nancy Pérez Crespo. Ella hizo la conexión -que a veces no sólo era doble sino triple-. En una ocasión conectó a Raúl y a una valiente directora de una de las "bibliotecas independientes". Raúl hablaba con soltura y precisión, y conversamos de todo lo divino y lo humano que es también lo culpable en la Cuba castrista. La voz de Raúl era como su humor: aguda y penetrante. Tuvimos varias sabrosas conversaciones que nunca tocaron directamente a la política, a su política. Yo, tengo que confesarlo, temía por su libertad y, por qué no decirlo, por su vida. Raúl parecía no tenerle miedo a nada y era un hombre libre, por lo menos mientras charlaba con soltura y sin aprensiones. Cometió un error que la policía política cubana hizo imperdonable. Pero parecía no tenerle miedo a nada, mucho menos a la policía política, esos segurosos (así le llama el pueblo cubano a los agentes de Seguridad del Estado), pero era obvio -lo era para mí y presumía que también lo era para Raúl- que escuchaban nuestras conversaciones, ya que todas las comunicaciones por teléfono de larga distancia están interceptadas en Cuba. Pero Raúl Rivero era un hombre confiado, tal vez demasiado confiado, al que no podía pasarle nada. Ésa fue la impresión que llegué a tener. Había olvidado el caso Padilla. Heberto, aun con sus poemas prohibidos, acusado de ser enemigo del régimen y por tanto bajo vigilancia, se paseaba por La Habana fumando puros y haciendo chistes cada vez más atrevidos políticamente hablando. Raúl además recordaba a Padilla en la forma entre irónica y acusatoria de sus poemas. También él como Padilla era un poeta al que le habían pedido que diera todo al gobierno de turno (o de un solo turno, el de Fidel Castro), pero seguía escribiendo sus poemas y sus viñetas en prosa y hablando con todo el que quisiera oírlo, como era yo ahora.

Fue así que no me sorprendió que fuera detenido, pero pensé que su prisión sería tan breve como una advertencia. Nunca pensé que por hablar (a pesar de "ser aconsejado que no lo hiciera", como dijo el fiscal) iba a ser acusado de todos los crímenes contra el Estado. Es obvio que Fidel Castro quiere con la prisión de Raúl hacer un escarmiento: que no haya más poetas que siguieran el peligroso camino que recorrió Heberto Padilla, hasta un día. Ese día ha ocurrido y la valiente mujer de Raúl Rivero lo ha visto con sus ojos. Raúl Rivero está preso en una de las cárceles más aborrecibles del sistema carcelario de Fidel Castro que se extiende por toda la isla. Nuestras conversaciones, como le dijeron, le han costado caras. A él, no a mí, que escribo estas líneas para dar a conocer la verdad que conozco y que puedo decir con entera libertad. Pero para Raúl (o como se cansaba de repetir el fiscal Raúl Ramón Rivero Castañeda) significa compartir el destino terrible de tantos cubanos que no son poetas, que no son escritores, que no tienen quien hable por ellos a su favor porque son los prisioneros anónimos y desconocidos.

Guillermo Cabrera Infante es escritor cubano.
© Guillermo C. Infante, 2003.